
Impacto social y piscológico de la estética facial y corporal
Oct 22, 2024
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El impacto de la estética facial y corporal es realmente significativo en la vida de las personas. La forma en que nos percibimos a nosotros mismos y cómo nos ven los demás puede estar directamente relacionada con nuestra autoimagen. La autoestima, la confianza y la apariencia física son aspectos que están estrechamente ligados a cómo nos sentimos en nuestro día a día. Los estudios realizados por Aesthetic Surgery Journal ( Información corroborada en Luxxomed y como referencia Milady Standard Esthetics)revelan que la gran mayoría de las personas experimentan una mejora notable en estos aspectos después de someterse a algún tipo de procedimiento estético o médico estético.
Vivimos en una sociedad donde la imagen juega un papel crucial. Nuestra apariencia física, así como el estado de nuestra piel, son elementos que influyen en cómo nos desenvolvemos en el mundo que nos rodea. Sentirnos seguros y competentes en un entorno que constantemente nos desafía es fundamental para nuestro bienestar emocional y social. Por lo tanto, no es sorprendente que cada vez más personas recurran a tratamientos estéticos para mejorar su aspecto y, en consecuencia, su calidad de vida.
La búsqueda de la belleza y la armonía estética es una tendencia que ha ido en aumento en los últimos años. No se trata solo de vanidad, sino de la necesidad de sentirnos cómodos en nuestra propia piel y proyectar la mejor versión de nosotros mismos. Los procedimientos estéticos no solo transforman la apariencia física, sino que también pueden tener un impacto profundo en la salud mental y emocional de las personas, permitiéndoles enfrentar los desafíos cotidianos con mayor seguridad y optimismo.
Es importante reconocer que todas las ramificaciones de este fascinante campo están vinculadas, de alguna manera, con la salud mental de cada persona. En nuestra sociedad, nos encontramos con una amplia gama de situaciones, desde aquellos que buscan mejorar una condición real hasta aquellos que lo hacen por razones superficiales. Sin embargo, sea cual sea el motivo, nadie puede juzgar que una persona esté bien y otra no.
Algunas implicaciones de la estética facial y corporal son las siguientes:
Aprobación social, oportunidades, relaciones sociales:
Los tratamientos estéticos pueden ayudar a mejorar la confianza social de las personas, lo que puede resultar en mejores relaciones personales y una mayor capacidad para interactuar con los demás. La apariencia física no solo influye en cómo son percibidas las personas en nuestra sociedad, sino en cómo su apariencia se traduce en ventajas laborales o económicas. Esta es una de las razones principales por las que muchas personas se someten a procedimientos faciales o corporales de manera estética o médica. En nuestra cultura actual, aquellas personas "atractivas" suelen ser percibidas como competentes, carismáticas y exitosas.
No debemos olvidar que los estándares de belleza varían según la cultura y el tiempo. En algunos momentos se idealiza la juventud, en otros la delgadez o algunos rasgos faciales específicos.
Impacto en la salud mental, expectativas irreales y frustración:
Aunque es cierto que en ciertos casos someterse a tratamientos faciales o corporales en un centro de estética puede reducir el estrés y promover una sensación de bienestar, existen numerosas situaciones en las que esto no ocurre. La insatisfacción que experimentan muchas personas con su apariencia puede contribuir al aumento de la ansiedad, la depresión o trastornos alimentarios. Esto representa un dilema, ya que algo que se supone que debería mejorar el bienestar general puede transformarse en una peligrosa obsesión, dando lugar a comportamientos extremos como dietas drásticas, cirugías innecesarias o ejercicio excesivo. La insatisfacción llega a un punto en el que no encuentran mejoras con ningún procedimiento y buscan constantemente la aprobación de la sociedad. Sin embargo, incluso cuando se logra la aceptación, la satisfacción suele ser temporal, ya que el deseo de perfección y aprobación genera nuevas inseguridades y frustraciones que crean vacíos cada vez más profundos.
Inversión económica:
Las mejoras estéticas infructuosas no solo llevan a una dependencia emocional, sino que también pueden desencadenar un profundo impacto psicológico en las personas. La búsqueda constante de la perfección estética a menudo conlleva a una inversión significativa de recursos, ya que muchos de los procedimientos, como las cirugías plásticas y los tratamientos cosméticos, son costosos y requieren un mantenimiento continuo.
La insatisfacción con los resultados de estas intervenciones estéticas puede tener consecuencias graves para la salud mental y emocional de los individuos. La presión por encajar en los estándares poco realistas de belleza impuestos por la sociedad puede generar un sentimiento de frustración y una constante búsqueda de aprobación externa.
Este ciclo de dependencia emocional y búsqueda de perfección estética puede llevar a las personas a vivir en una burbuja de insatisfacción constante, sin percatarse de las implicaciones económicas a largo plazo. La obsesión por alcanzar una imagen idealizada puede desencadenar problemas de autoestima, ansiedad y depresión, afectando negativamente la calidad de vida de quienes caen en este patrón de comportamiento sumandole problemas económicos por su exhaustia busque de perfección.
Cultura de retoques y filtros:
En una sociedad altamente influenciada por las redes sociales, la obsesión por las fotos retocadas y los filtros ha generado una profunda insatisfacción y expectativas distorsionadas en torno a la autoimagen. Este fenómeno ha dado lugar a una diversidad de actitudes, desde aquellos que buscan emular los estándares de belleza digitales mediante procedimientos estéticos, hasta quienes rechazan de plano el uso de filtros como una forma de autenticidad y resistencia a la presión social.
En la actualidad, nos encontramos inmersos en una época donde los medios de comunicación han moldeado nuestra percepción de la belleza, generando una constante comparación con modelos idealizados que se proyectan en línea. Esta constante exposición a imágenes manipuladas ha contribuido a la creación de un ideal de belleza inalcanzable y poco realista, que alimenta inseguridades y descontento con nuestra apariencia física.
La proliferación de estas representaciones alteradas de la realidad ha desencadenado un debate sobre la autenticidad y la presión social en torno a la imagen corporal. A medida que nos sumergimos más en la era digital, es fundamental reflexionar sobre cómo estas representaciones impactan en nuestra percepción de nosotros mismos y en nuestras interacciones con los demás.
Dicho esto, es importante recordar que la presión de cumplir con estándares de belleza a menudo nos aleja de nuestra autenticidad. No debemos ceder ante la tentación de buscar opciones estéticas simplemente para encajar en moldes preestablecidos o para sentirnos aceptados por los demás. La verdadera belleza emana de la aceptación de uno mismo, de abrazar nuestras imperfecciones y singularidades. Si en algún momento consideramos someternos a algún procedimiento facial o corporal, ya sea por motivos estéticos o médicos, es crucial que lo hagamos con la intención de mejorar nuestra propia percepción y bienestar, y no para obtener la aprobación externa o la aceptación de los demás. Recordemos siempre que la belleza auténtica radica en la confianza y la aceptación de nuestra propia individualidad.